Baobab, estaba preciosa con globos de papel de colores y cintas naranjas.
Se convirtió por un día en un cuento contado, de fondo escuchábamos a la ratita presumida hablando con el gato o a caperucita roja caminando por el bosque. Luego desde la calle entró, como si fuera el flautista de Hamelín, una clown con niños detrás de ella y narrando un cuento, todos entraban adentro y se preparaban para la actuación... ¡otro cuento contado! también hicimos pómpas gigantes y no paramos de reír y disfrutar de las palabras.
Pasámos una tarde con grandes y pequeños entre palabras y sonrisas.
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Baobab, aprender jugando